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Como pocas veces en nuestra historia reciente, tenemos un Campo con casi todas sus producciones en marcha. Nuestro sector es el motor productivo del país, generando 5,5 millones de puestos de trabajo, divisas por 30.000 millones de dólares, actividad, progreso y arraigo en todo el territorio nacional, impulsando consigo a otros sectores asociados, como la industria, el comercio y los servicios.
El Campo es también el actor económico más competitivo y el vehículo más certero para una inserción exitosa de la Argentina en el mundo, a través de la exportación de su producción de calidad, altamente reconocida y demandada por los más exigentes mercados internacionales.
El comercio exterior debe verse, en este sentido, como una oportunidad irremplazable para la reactivación económica y el principal incentivo para lograr un aumento sostenido de la producción, única receta para garantizar la oferta de alimentos a precios accesibles para el mercado interno.
Esta ecuación es la que facilita, además, la incorporación de las nuevas tecnologías y las innovaciones que permiten producir cada vez mayores volúmenes, en forma más eficiente. Si queremos más alimentos a precios accesibles, debemos producir más y mejor.
Los principales desafíos económicos que enfrenta hoy nuestro país son la caída de actividad, la persistente inflación, la falta de crédito y el déficit fiscal, como consecuencia de desajustes en la economía de larga data, a causa de un gasto público creciente, desmedido, poco transparente y de baja calidad. Todo ello ha confluido en un aumento de la pobreza y la marginalidad que, como argentinos, nos preocupa y nos duele.
Pero esta compleja situación no se resuelve con un aumento de la presión impositiva, ya de por sí insoportable, ni con nuevos tributos ni derechos de exportación. Insistir con las retenciones sería contraproducente: generaría una caída de la producción, de la actividad y del empleo por deterioro de la capacidad exportadora.
Sin duda, el déficit fiscal y el equilibrio de las cuentas públicas deben corregirse pero el esfuerzo no puede recaer siempre sobre el sector privado. La política argentina, el estado nacional y las jurisdicciones provinciales y municipales deben hacer un ajuste profundo, sincero y sustentable de una vez por todas. De otro modo, la Argentina seguirá estancada.
Estamos convencidos de que nuestro país puede ser próspero. Tiene los recursos naturales, humanos y tecnológicos para ello. Pero debe consolidar sus instituciones, la división de poderes, la Constitución con sus derechos y garantías, la Justicia Independiente con sus premios y castigos, la Educación como eje para inclusión social, todos valores fundamentales que debemos respetar y cuidar.
Nosotros, los productores agropecuarios, estamos dispuestos y comprometidos a producir más y a generar más empleo. Solo necesitamos reglas de juego predecibles y sustentables que despejen nuestro horizonte para que podamos proyectar y planificar nuestra actividad: invertir, contratar, innovar.
Nuestra entidad ha impulsado siempre la propuesta y el diálogo como único camino para una verdadera construcción democrática. Los Delegados y Directores de la Sociedad Rural Argentina, hoy reunidos, renovamos este compromiso frente a nuestros compatriotas.